LECTOESCRITURA.
NEUROCIENCIA Y NEUROEDUCACIÓN
El desarrollo de cada una de las partes del cerebro tiene un
momento de apogeo:
- 0-3 años: se desarrolla el tronco encefálico, que es el cerebro más primitivo que se encarga de las funciones básicas.
- 3-6 años: se desarrolla el sistema límbico(es específico de los mamíferos). Se desarrollan estructuras que tienen que ver con la memoria, el aprendizaje y las emociones.
- 6-7 años: se desarrolla el neocórtex.
Aunque no
hay un área específica dedicada al aprendizaje de la lectoescritura, si sabemos
que para poder aprender a leer y escribir el cerebro interconecta muchas áreas
diferentes y que todas pertenecen al neocórtex.
Para
escribir, hay que controlar y coordinar movimientos de los dedos y la corteza
motora del cerebro, que se encarga de ello no está desarrollada del todo al
menos hasta los 5 años.
Por lo
tanto, se demuestra que la mejor edad para aprender a leer y escribir son
los 6-7 años.
Actualmente, en educación infantil se presiona al niñ@
para que acelerar este proceso, ya que la tendencia escolar es preparar al
alumnado para la etapa siguiente.
Además,
mientras forzamos al niñ@ a este aprendizaje, estamos perdiendo tiempo en
desarrollar capacidades de la etapa 3-6 años propias del sistema límbico.
Adelantando
objetivos tenemos poco que ganar y mucho que perder. Parece que la cultura
escolar es “cuanto antes mejor” y se está demostrando científicamente que “a su
debido tiempo mejor”. Forzar un aprendizaje hace que se asocie aprendizaje a
estrés y a malestar.
Es
importantísimo saber que lo que se conoce como FRACASO ESCOLAR, en nuestro sistema educativo, tiene que ver casi
en un 100% con una mala adquisición del proceso lecto-escritor ya que según
está concebida la educación actual, la escritura y la lectura son la base de
cualquier aprendizaje escolar.
Aunque la
enseñanza de la lectoescritura se empieza en infantil, la ley es muy clara: los
objetivos relacionados con el aprendizaje de la lectoescritura aparecen en el
currículo del primer ciclo, es decir, con 6-7 años.
Paradójicamente,
mientras en infantil se intenta enseñar a los niñ@s a leer y escribir, se sabe
que para este aprendizaje es básico un correcto DESARROLLO DEL LENGUAJE ORAL, objetivo específico de la etapa de
3-6 años que poco se trabaja porque la mayoría del alumnado de estas edades se
pasa el día rellenando fichas. ¿Cómo van a aprender a hablar si no hablan?.
En lenguas
regulares cómo el castellano se puede completar la enseñanza de la lectura en
un año, pero no podemos olvidar que los niñ@s tienen ritmos, capacidades,
cerebros, motivaciones e intereses diferentes por lo que el proceso no coincide
para todos a la vez.
Enseñar a
leer es una tarea de todos los docentes no sólo de los de los primeros cursos y
se puede hacer desde todas las áreas, no sólo desde lengua.
Esto no
significa que no se puedan llevar las letras a las aulas de infantil, pero
nunca se pueden convertir en aprendizaje prioritario de esta etapa.
Existen una
serie de requisitos previos que son necesarios para poder a prender a leer y
escribir y que si se pueden trabajar en educación infantil: dominio del esquema corporal, desarrollo de la
lateralidad, autonomía personal, desarrollo del lenguaje oral, atención
auditiva, percepción espacial y temporal,..
OTRAS EVIDENCIAS QUE
REVELA LA NEUROCIENCIA APLICADA A LA EDUCACIÓN.
El sistema
educativo actual prioriza el enseñar sobre el aprender y sólo se puede aprender
significativamente cuando el alumn@ es el protagonista activo.
Se siguen
utilizando metodologías educativas obsoletas
como castigos, deberes, rutinas,… cuando queda demostrado
científicamente que:
- Hay que elogiar al alumnado por el esfuerzo (no por la capacidad). Esto libera neurotransmisores como la serotonina( que nos proporciona tranquilidad), oxitocina ( para generar vínculos) y dopamina( motivación intrínseca).Un clima emocional positivo activa el hipocampo región indispensable para los procesos de memoria y aprendizaje.En la práctica esto se consigue en ambientes donde se coopera, hay expectativas positivas por parte de todos, hay humos, se respetan los ritmos sin prisas, asumir el error con naturalidad,..
- No se puede separar lo cognitivo de lo emocional. Aprendemos mejor de todo aquello que nos emociona y nos produce placer.
- La atención no se impone, se facilita. Se sabe que no se puede mantener de forma focalizada durante largos periodos de tiempo, esto evidencia la necesidad de hacer parones durante la jornada escolar más a menudo de lo que se hace habitualmente. ( más vale 5 clases de 10 minutos que una clase de 50 minutos)
- El ejercicio físico mejora la concentración del alumnado (bailes, juegos de ritmo, atención plena,..)
- El maestr@ es modelo. Aprendemos también a través de las neuronas espejo que sirven para imitar conductas, estados de ánimo y actitudes de los otros.
- El cerebro es plástico, es decir, se modifica cuando aprendemos, las conexiones neuronales pueden ser debilitadas o fortalecidas por las experiencias que adquirimos.
En el
siglo XXI, cuando todos afirmamos que respetamos los ritmos y necesidades de
nuestra infancia, cuando las criaturas son el bien más preciado, a los que nunca
expondríamos a situaciones arcaicas referidas a aspectos relacionados con la
salud -por ejemplo- les seguimos enseñando a leer y a escribir “como se ha
hecho siempre”, obviando las investigaciones. Aquí dejamos esta paradoja
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