Nosotr@s lo
utilizamos cuando entramos del recreo para calmarnos.
En grupo (
sentados o tumbados) lo agitamos y vamos narrando ( con voz suave) que la
purpurina agitada es igual a cuando nosotr@s estamos enfadados, furiosos,
rabiosos por algo que ha ocurrido.
Si cuando
nos sentimos así respiramos profundamente y dejamos un rato todo se calmará y ,
como sucede con el agua; nuestra mente y nuestro cuerpo volverán a estar en
calma.
Según
algunos estudios mientras el niñ@ observa la caída de la purpurina puede
organizar y controlar el sistema nervioso.
Cuando el
niñ@ está nervioso, su ritmo cardiaco se acelera junto a su respiración y al
ver la lenta caída de la purpurina, genera un modelo visual que manda una señal
al cerebro para que disminuya la agitación.